Crimen pasional

Ahora, cuando ya se termina -o empieza- pienso que tendría que haberme tomado más tiempo para ésto, para contarlo y contarme. Es que tomarme por asesina de amores cuando mi amor ya estaba muerto -o desahuciado -más aún, ponerme un cuchillo en la mano ante un amor recién resucitado, definitivamente no es justo.
Ni siquiera fue necesario que el cuchillo haya quedado con mis huellas digitales como prueba del delito, lo tengo directamente en la mano y con él me paseo, cocino, como y duermo, con una impiedad absoluta y descarnada, aunque no lo haya usado. Por eso debo tener ojos homicidas y manos homicidas mientras el espectro del amor, un zombie que me recuerda lo que pudo haber sido, vaga por mis mismas calles y veredas, recordando(me) a su paso mi crueldad.
Será que el filo del acero -tan brillante y llamativo- es más evidente que un par de agujeros en el pecho que, siendo crueles, no llegan a impresionar a nadie a distancia, escondiendo el dolor detrás de las claras cicatrices debidamente escondidas.

Así, no hay quien puede alegar su inocencia...


Comentarios

Naïfa dijo…
Muy bueno este.
Ésta que soy dijo…
Gracias por la opinión y por la visita, Sibila.
Hasta otra vez...

Entradas populares