Crónicas: Método científico

Cuando una hipótesis es comprobable y la comprobación resulta verdadera, se enuncia una ley que explica el hecho de manera precisa e irrefutable, objetiva, al menos, hasta que una nueva evaluación experimental la desdiga y la niegue. Un buen científico, entonces, después de ver y tocar, hubiese concluido:”Somos verdad”, y habría actuado en consecuencia, creyendo y afirmando en su ley, confiando en el resultado y descartando cualquier otra hipótesis…

Ser poeta por encima de las ciencias me ha costado caro hoy. Además de ser cobarde, claro, que también cuenta. Tuve miedo a vivir entre rinocerontes amarillos y elegí el cuadrado perfecto, sus líneas rectas, sus ángulos perfectos, a prueba de error.


Rocío es Paraná, se le nota en las manos, en los pies, en la lengua, en su boca de río…y, ahora encuentro la palabra, hasta ojos de río/tiene rocío, amarronados y caudalosos, fértiles, profundos, con todas esas cosas camaloteando desde atrás, diciendo, mientras pasan y uno mira.
Éramos verdad, nomás. Julio, yo, ella y sus pantalones rayados y su remera amarilla y sus manos de grullas instantáneas y orgasmos, su sueño alterado de noche y ese dolor de cabeza que cuidé por única vez.

Ahí estábamos, ella y yo, sobre esas sábanas húmedas y calientes, muertas de insomnio y partidas por dentro, hasta que se durmió y yo no sabía:

-Ví un rinoceronte amarillo con una piel desagradable-dijo sobresaltada.
-¿En sueños?

-No, acá, en la cabeza.
-¿Te duele?
-Sí, cuando me tocás hace plicki-plicki
Entonces te acariciaba las sienes, la sien izquierda, para curarte, te ponía la mano en la frente que quemaba de tanto calor y vos te dormías entre sobresaltos, movimientos eléctricos de mal sueño.
-Shhhhhhh…-te decía..

Yo no podía dormirme y lloraba por perderte por mi culpa, tan poco científica, tan poeta de palabras cojas y poco elocuentes, tan de papel barato.

Ahora Paraná va a ser Rocío, la discusión en el río, vestidas, mi mal quererte, los jazmines recién cortados y ese aroma. Por mi culpa, otra vez, fuimos poco nosotras, más vos conmigo y yo con vos, pero yo te quise y te quiero igual, por eso mientras viajo y cada trago de este jugo me pinta toda la boca de naranja, no puedo parar de escribir, de escribirte en realidad, porque dudo de lo literario de esto, de esta Rayuela a pesar nuestro que yo tan pocas ganas tenía de llegar a escribir.

Hoy la luna no está al revés, no vimos ningún perro a rayas ni encontramos ninguna carta tirada por las veredas, tampoco caminamos los adoquines de Baucis y ayer que fue mañana me quisiste y ya no y eso es justo. Nos debimos la lluvia, me debés el robot de la plaza donde sos chiquita todavía y te debo una canción con guitarra o al oído porque esa noche lloraba o antes te besaba y eso, de momento, era lo mejor. Pero hoy, también me regalaste esa llave que se dobla, tan linda, de tu llavero, ésta que tuve medio viaje en la mano, y yo quiero saber que puerta abre y encontrarla y abrirla…



Comentarios

Sebastián dijo…
me siento algo irrespetuoso comentando sobre algo que siento ajeno (quiero decir tuyo, aun sin conocerte) pero ahora también es un poco mío porque me ha hecho morderme la boca y tener ganas de llorar y de cagarme en la biblia (a falta de algo mejor)
En cualquier caso duele y no estaría bien callármelo.
Ésta que soy dijo…
Ahora que sos un desconocido conocido, porque qué mejor que leerte para saberte, siento que las intimidades intercambiadas son un guiño cómplice, Seba.
Me enorguellece, por este ego escribidor, haberte llegado así de hondo...

Hasta una nueva falta de respeto,entonces

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