Anticiencia
- Ésta que soy te busca.
-¿Quién?
- Ésta, la que no ves.
- Sí...la conozco...
-Más que a la otra.
- Más que a todas.
- Creo, sí -así, como un juego pizarnikiano es que empecé a hablarle.- Pero lo tuyo no son las certezas.
- Lo nuestro.
- Seguro, este amor de fantasmas.
Toco al aire y no te toco, te toco y toco al aire.
- Son temporadas.
-Eso dicen; temporada de conejos, temporada de patos, temporada de fantasmas...
-¿Hablás de cazar?
- O casar.
- Buena broma, con anillos evanescentes.
-Para hacer juego con vos y conmigo.
-No está mal.
- Así como abrazo la almohada y la huelo, me pongo el anillo.
-Como espero que me esperes después de una cerveza en la vereda.
-Así, igual, incoloras, inodoras...insípidas no.
-Aunque nos gusten tanto los diluvios.
-Y tus textos que duelen.
- ¿Te gustan?
- Qué pregunta...
- Demasiado obvia.
- El dolor no es algo que guste, pero de alguna manera, me gusta leerte ya que no veo. Algo es algo para tanta ceguera, tanta oscuridad de manos.
Así podíamos pasarnos todas las horas. Punch y Judy, Borges, Cortázar, Pizarnik y Angel Gonzalez, La Maga, ella, yo, esa legión de cosas menos las caricias indelebles; el péndulo, la hipótesis incomprobable para mi método científico. Te toco y toco al aire, toco al aire y no te toco. Así, "sin concreción de nebulosa", sin capítulo siete; perpetuas y delicuescentes.
****
-Quisiera escribir otra Rayuela, para vos y para mí, por vos y por mí, no sé...
-Estás pretensiosa.
-Creo que bien podría, no por el talento, por las cosas que decimos, por armar mejor el escenario de desencontrarnos y encontrarnos. Por contarle a alguien antes de llegar al último capítulo.
-¿Cuál?
-No sé, el último.
-Sabés pocas cosas hoy.
-Sé pocas cosas siempre.
- Ahora que es siempre.
-Hoy siempre, ajá.
-Decimos estupideces.
-Patafísicas.
-¿Eso es quererse?
- ¿Ser estúpido, decís?
- Volverse estúpido por las cosas que se dicen.
-No sabría explicarte.
-¿Explicarme qué?
-Lo que es quererte...En definitiva, caemos en el lugar común de preguntarnos ¿qué es el amor? y yo no tengo ni idea.
-Yo tampoco.
-¿Ves?...sigamos diciendo las cosas que decimos.
- Pero yo quiero un abrazo y lo busco mañana.
-Voy a plagiarte, sabés...
-Y si, los cadáveres exquisitos se escriben así.
-Nuestra novela.
-¿Será triste?
-Qué cosas preguntás.
-Lo que puedo.
-...Creo que mi esquizofrenia empeora.
-¿Por?
-Porque ahora te hablo sin que hablemos, digo, lo escribo y hablamos, aunque no estés.
-Serán síntomas de carencia.
-Sí, de carencia de salud mental.
-Hablaba de otras.
-¿De cuáles?
-De escaleras, para subirse y pasar de este lado.
-Del tuyo...
-Del mío o del tuyo, es lo mismo.
-Sí, es verdad.
-Terminamos trivializando.
-Las ganas.
-El futuro.
-Mañana hoy, vos, yo, y en el medio esta zanja que no puedo saltar.
Tenés razón, deben ser síntomas de carencia de escaleras y puentes.Pensar que sólo haría falta una boletería y un boleto.
- ¿Para qué?
-Para saber...Saber si somos de verdad.
- Pero yo no quiero ahora.
-Ya sé que no querés.
-Entonces no preguntes...
-No pregunto, digo nada más.
...-¿Quién va a querer leer esta novela?
-Ni idea, por lo pronto: yo.
- Yo no sé si la quiero leer.
-Será una novela egoísta y egocéntrica, entonces.
-¿Qué querés decir?
- Por mí y para mí.
- Rayuela era para Edith.
-¿Te parece?
-Sí, estoy segura, fue un intento de Julio para decirle lo que no podía decirle. Ella estaba empecinada en traducirlo, nada más, y él no.
-¿Él qué quería?
-Que le dijera otras cosas, pero ella no se las dijo nunca.
-Qué pena...
-Pero así fue que Rayuela pudo ser.
-Yo prefiero no escribir una novela.
-¿Cómo Rayuela?
-Si es a pesar mío y a pesar tuyo, no.
-Pensálo bien.
-Estoy segura.
-Yo, no lo estaría.
-Es un precio carísimo. La fama, la gloria, no tienen nada que ver con el amor. La literatura sí, pero yo no quiero.
-Yo te quiero a vos.
-Yo más.
- Ves que hablamos estupideces...-Sí...pero ¿qué importa?
-¿Quién?
- Ésta, la que no ves.
- Sí...la conozco...
-Más que a la otra.
- Más que a todas.
- Creo, sí -así, como un juego pizarnikiano es que empecé a hablarle.- Pero lo tuyo no son las certezas.
- Lo nuestro.
- Seguro, este amor de fantasmas.
Toco al aire y no te toco, te toco y toco al aire.
- Son temporadas.
-Eso dicen; temporada de conejos, temporada de patos, temporada de fantasmas...
-¿Hablás de cazar?
- O casar.
- Buena broma, con anillos evanescentes.
-Para hacer juego con vos y conmigo.
-No está mal.
- Así como abrazo la almohada y la huelo, me pongo el anillo.
-Como espero que me esperes después de una cerveza en la vereda.
-Así, igual, incoloras, inodoras...insípidas no.
-Aunque nos gusten tanto los diluvios.
-Y tus textos que duelen.
- ¿Te gustan?
- Qué pregunta...
- Demasiado obvia.
- El dolor no es algo que guste, pero de alguna manera, me gusta leerte ya que no veo. Algo es algo para tanta ceguera, tanta oscuridad de manos.
Así podíamos pasarnos todas las horas. Punch y Judy, Borges, Cortázar, Pizarnik y Angel Gonzalez, La Maga, ella, yo, esa legión de cosas menos las caricias indelebles; el péndulo, la hipótesis incomprobable para mi método científico. Te toco y toco al aire, toco al aire y no te toco. Así, "sin concreción de nebulosa", sin capítulo siete; perpetuas y delicuescentes.
****
-Quisiera escribir otra Rayuela, para vos y para mí, por vos y por mí, no sé...
-Estás pretensiosa.
-Creo que bien podría, no por el talento, por las cosas que decimos, por armar mejor el escenario de desencontrarnos y encontrarnos. Por contarle a alguien antes de llegar al último capítulo.
-¿Cuál?
-No sé, el último.
-Sabés pocas cosas hoy.
-Sé pocas cosas siempre.
- Ahora que es siempre.
-Hoy siempre, ajá.
-Decimos estupideces.
-Patafísicas.
-¿Eso es quererse?
- ¿Ser estúpido, decís?
- Volverse estúpido por las cosas que se dicen.
-No sabría explicarte.
-¿Explicarme qué?
-Lo que es quererte...En definitiva, caemos en el lugar común de preguntarnos ¿qué es el amor? y yo no tengo ni idea.
-Yo tampoco.
-¿Ves?...sigamos diciendo las cosas que decimos.
- Pero yo quiero un abrazo y lo busco mañana.
-Voy a plagiarte, sabés...
-Y si, los cadáveres exquisitos se escriben así.
-Nuestra novela.
-¿Será triste?
-Qué cosas preguntás.
-Lo que puedo.
-...Creo que mi esquizofrenia empeora.
-¿Por?
-Porque ahora te hablo sin que hablemos, digo, lo escribo y hablamos, aunque no estés.
-Serán síntomas de carencia.
-Sí, de carencia de salud mental.
-Hablaba de otras.
-¿De cuáles?
-De escaleras, para subirse y pasar de este lado.
-Del tuyo...
-Del mío o del tuyo, es lo mismo.
-Sí, es verdad.
-Terminamos trivializando.
-Las ganas.
-El futuro.
-Mañana hoy, vos, yo, y en el medio esta zanja que no puedo saltar.
Tenés razón, deben ser síntomas de carencia de escaleras y puentes.Pensar que sólo haría falta una boletería y un boleto.
- ¿Para qué?
-Para saber...Saber si somos de verdad.
- Pero yo no quiero ahora.
-Ya sé que no querés.
-Entonces no preguntes...
-No pregunto, digo nada más.
...-¿Quién va a querer leer esta novela?
-Ni idea, por lo pronto: yo.
- Yo no sé si la quiero leer.
-Será una novela egoísta y egocéntrica, entonces.
-¿Qué querés decir?
- Por mí y para mí.
- Rayuela era para Edith.
-¿Te parece?
-Sí, estoy segura, fue un intento de Julio para decirle lo que no podía decirle. Ella estaba empecinada en traducirlo, nada más, y él no.
-¿Él qué quería?
-Que le dijera otras cosas, pero ella no se las dijo nunca.
-Qué pena...
-Pero así fue que Rayuela pudo ser.
-Yo prefiero no escribir una novela.
-¿Cómo Rayuela?
-Si es a pesar mío y a pesar tuyo, no.
-Pensálo bien.
-Estoy segura.
-Yo, no lo estaría.
-Es un precio carísimo. La fama, la gloria, no tienen nada que ver con el amor. La literatura sí, pero yo no quiero.
-Yo te quiero a vos.
-Yo más.
- Ves que hablamos estupideces...-Sí...pero ¿qué importa?
Comentarios
Gracias por la pasadita.