Los Cuentos del Fuego ( de lo que quema) III
III Era así, nunca tan frío como hoy, claro, porque era octubre y en octubre a veces, es lo que pasa, diría Ángel Gonzalez: las cosas, el tiempo, las cosas. Siempre me pasaron cosas en octubre. Era antes, cuando mi casa era Devoto, la casa de tus abuelos, ese otro lugar al que te gustaba ir, tal vez cálido y seguro, no sé, nunca lo voy a saber. Ese que dejó de ser. Los chicos andaban por ahí, nosotras por acá y por allá. La casa era un pulmón enorme donde todos podían respirar a su aire. Un aire claro, inagotable,libre, un aire sano,limpio, brillante, aunque mezclado, algo confuso, vertiginoso, cómplice de algo que todavía no sabíamos, oliendo a noche de verano y a presagios. Ninguno de nosotros necesitaba saber nada. La vida era como era y para mí, eso estaba muy bien. -Disculpá, todavía no entiendo esta necesidad de que leas esto, como una película en primera persona -me interrumpió, sacándome el cuaderno de las manos-. Lo que sé es que yo necesito volver a verla de